Sant Antoni y Sant Sebastià
Estos dos santos ocupan un lugar destacado en el calendario festivo de enero.
A mediados de enero, para la Fiesta de San Antoni, pueblos como Sa Pobla, Manacor y Artá preparan actos espectaculares en los que las hogueras (foguerons) y los demonios (dimonis) llenan los pueblos proporcionando una experiencia inolvidable a la multitud.
La semana siguiente, el 20 de enero, es la noche de San Sebastián, patrón de Palma. Un enorme dragón que escupe fuego, Drac de na Coca, aparece con un desfile de tamborileros (batucadas) en la Plaça Cort. Juntos forman una procesión hasta la Plaça Major, donde el Drac de na Coca enciende el fuego que señala el inicio de las celebraciones.
Figuras gigantes (gegants) y enormes cabezas (capgrossos) desfilan al son de los xeremiers (similares a gaiteros) por las calles de Palma con tamborileros y bailarines.
Hay música en todas las plazas de la ciudad; las familias, los amigos y los visitantes salen a mezclarse en la fiesta de Sant Sebastià, armados con sus picnics nocturnos de bebidas y butifarra (salchichas) para cocinar en las barbacoas comunales que encontrará a lo largo de las calles.
Y, por supuesto, los correfocs, donde los vecinos se disfrazan de demonios y diablos y corren entre la multitud lanzando fuegos artificiales y pirotecnia. Los correfocs son especialmente impresionantes en el casco antiguo, donde las estrechas calles provocan ecos insólitos.
Sant Sebastià es venerado en Palma como el santo que salvó a la ciudad de la peste. Cuando un hueso de su brazo llegó a Palma en 1524, se pensó que había puesto fin a la peste que había asolado la ciudad.
Se cree que el origen de los demonios y diablos armados con fuego que corren por las calles para "quemar la ciudad" se debe a la expulsión de la peste de Palma. La noche termina con un gran castillo de fuegos artificiales frente a la catedral, que pone fin a las celebraciones.